Tucumán no tuvo un asesino serial, sino tres. Conocidos como el “Trío de la muerte”, sus integrantes fueron condenados a perpetua por el crimen de tres personas. No fue un caso más, sino uno que movilizó a los habitantes de esta provincia y, pese a que transcurrieron más de 35 años, aún se recuerda y comenta el llamado “Crimen de Doña Rosa”.
Alberto del Valle Scarone era un letrista que tenía aires de artista plástico. Vivía con sus discípulos Miguel Horacio Ledesma y Ricardo Héctor Sosa y su esposa Amanda Alvarado en la casa de su suegra Rosa del Carmen Díaz de Alvarado, en Banda del Río Salí.
Según la investigación, el “Trío de la muerte” asesinó al albañil Rubén Rivero (diciembre de 1990), al artista Ramón Okón (febrero de 1991) y Rosa del Carmen Díaz de Alvarado (mayo de 1991). El final de las dos últimas víctimas fue similar: los mataron de un golpe contundente en la nuca (se presume que fue una maza de albañilería) y enterrados en el fondo de la vivienda en la que residían.
La Justicia determinó que a Rivero lo habían matado porque tenía una relación con la pareja de Scarone. Al pintor, porque los habría delatado por el robo del anillo del arzobispo Benito de Lué y Ruega. Por último, a Doña Rosa la habrían asesinado porque había decidido denunciarlo por los dos hechos.
Scarone fue considerado como el autor intelectual de los tres homicidios, mientras que Ledesma y Sosa, por haber ejecutado la orden que les había importado su “Maestro”, mote con el que nunca dejaron de llamarlo. El devenido artista falleció cuando cumplía la pena y nada se sabe de los otros sentenciados.
El presunto asesino serial de Jujuy estará cuatro meses con preventivaEl “Trío de la muerte” también fue mencionado por otro doble crimen que movilizó a la provincia: el del decano de la Facultad de Artes Carlos Navarro y de su hermana, Clara Imelda, registrado en diciembre de 1991 en avenida Mitre al 100. Pese a que se comprobó que el docente conocía a Scarone, los investigadores no pudieron vincularlos con ese caso. Los hermanos fueron ultimados de un golpe en la cabeza con un objeto contundente,
Dudas
“No tengo conocimiento de la existencia de otros casos de asesinos seriales. Sí existieron fuertes sospechas de que Carlos Conti podría haber sido. Lo condenaron por dos homicidios, pero también fue investigado por otros dos, pero nunca se logró probar su participación en esos crímenes”, aseguró el comisario (r) Miguel Gómez, primer jefe de Homicidios de la Policía y, durante varios años, cabeza del Equipo Científico de Investigación Fiscal del Ministerio Público.
Los 13 casos de asesinos seriales que aterrorizaron al país en los últimos 125 añosA Carlos Roberto Conti lo acusaron, procesaron y condenaron a perpetua en 2006 por los homicidios de los remiseros Carlos Julio Salazar y Claudio Pereyra, asesinados el 1 de enero y el 25 de febrero de 2004, respectivamente. En ambos casos simuló ser pasajero de las víctimas y, según determinó la Justicia, las asesinó de un disparo en la nuca con un arma calibre 32 y arrojó sus cuerpos en diferentes cañaverales. También se apoderó de sus autos que usó varios días antes de destruirlos.
El doble homicida, que tenía 21 años cuando cometió los homicidios, desorientó a los investigadores. Era estudiante universitario e hijo de un importante cañero del este tucumano. La sospecha de que habría participado en otros dos homicidios surgió de los testimonios de algunos allegados. Declararon ante la fiscala Adriana Reinoso Cuello que en más de una oportunidad se jactó de tener cuatro boletas.
En septiembre de 2023, el preventista Miguel Ángel Ortiz apareció sin vida a la vera de un cañaveral, en Famaillá. En un principio, se pensó que se había tratado de una muerte accidental, pero después los peritos descubrieron que había sido asesinado de un disparo en la nuca con una pistola calibre 32, la misma que utilizó Conti para acabar con la vida de los choferes de remises. Nunca se logró probar la vinculación del universitario con este caso.
La macabra historia de los peores asesinos seriales argentinos: quiénes fueron y cómo matabanLo mismo sucedió con la muerte del canillita Mario Oscar Basmad. Un conductor lo atropelló en febrero de 2004 en la avenida Mitre al 300. Los testigos declararon que un joven que conducía un Escort color oscuro había sido el responsable de su muerte. Esas eran las características del auto del asesinado Pereyra.
Descartado
Hubo otro caso que algunos historiadores dan como cierto y que se trata de un mito urbano. Muchos consideran que Florencio Fernández era un hombre que ingresaba a las casas de mujeres que vivían solas en Monteros. Algunas crónicas dan cuenta que después de matarlas, les mordía la yugular para beber su sangre. Por esa razón fue bautizado como “El vampiro de la ventana”.
Sin embargo, en los últimos tiempos se conoció que en esa localidad vivió Fernández, pero se trataba de un hombre con retraso madurativo que no era capaz de matar ni una mosca.